
“¿Quién soy? ¿Acaso importó alguna vez? Nada queda y nada persigo salvo a mí mismo, la sombra que me guía y que se densifica tras mis ciegos pasos. Tengo un nombre y sigo sin ser nadie, mera existencia con una mente llena de sueños rotos que derivan en la oscuridad de la intemperie y anhelan el reposo sin hallar posada. Soy nada y soy yo mismo, soy ese otro, el que te espera, el que no termina de nacer, el nonato que finge estar aquí y aquel que sueña con ser el sueño de alguna pobre existencia. Soy el asesino y el amante, el ladrón y el que dona sin esperar nada, el desesperado que desea no desear nada más que la desidia e ignora los ciegos soles de toda aurora ausente. Espíritu libre encadenado por las sogas de un destino caprichoso que se jacta de tenerlo a su merced. Ya sin lugar ni mundo, a la sombra que jamás da conmigo espero, muriéndome de frío en el averno, soñando con recuerdos que nunca tuve. Ave de algún paraíso extraño, veneno de una cobra que paraliza y mata, yo soy esto. Y aquí me quedo.”
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