There he goes. One of God's own prototypes. A high-powered mutant of some kind never even considered for mass production. Too weird to live, and too rare to die.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Maelstrom


“Deambulo, por el camino tibio de la muerte, con el reflejo de mi ausencia sujeto en mi mano, y en mis labios, la marca de un beso de sabor a medianoche que surca la pendiente de mi alma, en busca de sus restos.”

jueves, 23 de septiembre de 2010

I said well

Cállate la boca y bésame. Me interesa una puta basura lo que sea que tengas que decirme.

Me just happy robot


Segunda parte de mis excentricidades oscuras que no vienen a cuento pero cuelgo de todos modos porque me sale de la clesca y blablabla; pastando que es gerundio ._.

---

Palabras que llegan a mis oídos, armadas con punzantes puñales al rojo vivo, que jamás podrán herirme. Habla, sombra infame, y después, continua hablando. No existe tu rostro, no existe nada de ti que pueda llegar a mí. Ni siquiera te miro, ni deseo hacerlo. Desaparece, esfúmate como una vulgar polvareda, tendréis la misma falta de importancia para mí. Y yo, que miro los lirios sin poder dejar de mirarlos. Yo, yo, yo, ¿qué ocurre conmigo? Estoy solo, ¿por qué? ¿Qué me falta? He perdido algo que desconozco y a mi alrededor, la Nada.

Solo sombras.
La sombra infame termina de hablar.

Vil niño.
Insolente.
Indigno.
Patético.
Amargado.
Corazón pútrido.
Repulsivo.

Mundo, os presento al Hombre Solitario.
Hombre Solitario, este es el Mundo, en el cual los ángeles vengadores juzgarán tus acciones.

Me río. No recuerdo haberlo hecho alguna vez. Pero me río, sin poder evitarlo. Suena escalofriante.

No puedes juzgarme, no aunque ese sea el más oscuro deseo oculto entre tus putrefactas entrañas. Nadie puede. Ni tú, y menos tu Dios. Ninguno sois nada, solo la mierda que se niega a morir. Aquí y ahora, la sombra infame se cree con poder de juzgarme a mí y a mis acciones. La Voz ha podido despertar mis demonios, pero a partir de eso, sus palabras son en vano, no cobran sentido en mi cabeza. No me importa lo que diga, no me importa en absoluto.

Han cesado las Campanas.

Desaparece, pero yo no me muevo. No sé ordenar a mis piernas que caminen, no sé ordenar a mis ojos que miren a otro lado. Perdido en mi propia mente, ya ni siquiera recuerdo quién soy, ni porqué siento una obsesión enfermiza que desconozco pero me carcome. No sé nada, no reconozco nada.

Salvo estos lirios blancos, ante los cuales no me acuerdo de dejar de mirarlos.

Los toco, y mis ojos miran primero la mano, y después la flor. Siento cosas que desconozco, y algo en mí querría enfadarse, pero no puede. Querría saber porqué todo son sombras, menos ella. Lirio, contéstame.

Y de repente, una voz infernal, entonando el Cántico de la Muerte.

¿Muerte, de verdad eres tú? ¿Has venido a por mí? ¿Ha llegado el día del cuál renegué y que siempre he deseado? Yo, la Existencia Olvidada, lo acepto. Acepto caminar mirando al frente, hasta el fin de mi camino. El Cántico cesa, y la Muerte desaparece. Mi corredor de la muerte particular me espera a mi derecha, pero no será Luz lo que haya al final. Simplemente, Nada.

Cojo un único lirio entre mis manos.

-¿Eres tú mi razón para morir?-

Mi pregunta jamás obtendrá respuesta, pero ya nada importa. El Descanso me espera. Mis primeros pasos a lo largo del corredor de la muerte comienzan. Mi mano abraza en lirio.

-Así sea.

Y ahora, mientras camino hacia mi fin con la frente alta y sin ningún tipo de dudas ni remordimientos, me veo entonando el Cántico yo mismo, y mi propia voz suena como sacada del mismo Infierno.
Camino en la oscuridad en busca de la nada, y a mi alrededor, trascurre el Tiempo, sin afectarme.

Camino, camino, sin llegar nunca a ninguna parte, y huyo, de las sombras, de la Luz. Quizás soy un Monstruo sin saberlo, pues algo en mí me impulsa a no ser visto, por nada ni nadie. O quizás solo sea el Cáncer encarcelado. Moriré sin saberlo, pero seamos sinceros; con morir me basta.
A veces, mientras me escondo de la Luz, el Cántico atrae sombras. Vienen a mí, vienen a por la Muerte, que yace en mi mano desnuda, y entonces, mi Lirio se tiñe de escarlata, indicando a las sombras su fin del camino. Uno distinto al mío. Mi fin es solo mío.

Siempre creo llegar, pero jamás lo hago. Busco un punto negro en la penumbra pero no sé hallarlo. He aquí el humor macabro de la Muerte.

¿Cuánto tiempo ha pasado? No lo sé. El Fin sigue sin llegar, y a veces creo que la Luz me llama. Alguien me llama, en alguna parte, pero nunca llego a oírlo del todo. Hasta que hallo un desvío en mi corredor de la muerte, y mis piernas deciden dirigirse hacia él. No sé a dónde conduce, pero creo que quiero saberlo.

Nada.
Nada.
Más Nada.

Y en un momento, de repente, Luz. Sin sombras. Solo Luz.
Doy un paso hacia ella. Otro. Otro. Otro.

Y recibo mi golpe. El Lirio cae. Y yo vuelo, para rozar el Inframundo con los dedos, y volver a caer.
Mundo, este es el Hombre Solitario, y te dice adiós.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Un café. Doble. Cargado.


Ovejas, ovejas y más ovejas, en los pastos, en las montañas, en los arroyos estrechos de Jerusalén, ovejas por doquier, oh, esos animales peludos, feos y más tontos que barrer la playa, los imagino dando saltitos, chocándose contra vallas, pero no, esos animales feos, peludos y tontos NO CONSIGUEN QUE ME DUERMA. ¡Reina de todas las religiones del culto de los durmientes, oh Valium, yo te invoco!

Tic tac tic tac.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

You got a killer scene there, man


Hola, soy una incongruencia. No me lo toméis en cuenta, ni soy siniestra, ni emo, ni tengo la cara parcialmente oculta o deseos de sacrificar pollos y demás seres bípedos o cuatrípedos o cuantas patas quieran tener. Así pues, pido respeto y decencia mientras me dispongo a comer mi estupenda ensalada de tomate :)

---

Estoy solo. Todos los seres que existen en el mundo mueren solos.

Ve, destroza el mundo que tanto detestas, me dice la Voz. La miro. No sé quién es. Una sombra. Todos lo son, y los detesto a todos tanto como me detesto a mí mismo. La Muerte es su tragedia y en cambio, la mía es no morir. ¿Quién eres y por qué he de destruir todo aquello que odie? No eres nada, sino portadora de una voz que despierta mis demonios. Hambrientos, sedientos, con el Caos grabado en sus lenguas de fuego. Sombra infame, existencia infecta, dime que destruya. He olvidado la palabra no. Me pierdo a mí mismo, y soy libre.

Ya no la miro. Ahora que ya la he visto, no quiero volver a verla. Doy un paso. El sinfín continúa y me deleito escuchando las campanas del Juicio Final. Doy otro paso. El tiempo se congela tanto que siento que pasen años en un solo segundo. Veo más sombras. Mortales. Antes compartíamos el mismo fin del camino. ¿Ahora? Donde otros perezcan, yo seguiré caminando. Doy otro paso.
Y otro.
Y otro.

Luces, muchas luces.

Cierro los ojos y todas las vidas a mi alrededor laten en mis oídos. Esta noche el Monstruo se quita la máscara y no tiene intenciones de agradar a nadie. Esta noche el mundo será servido en vajilla de plata y todos sucumbirán ante jurisdicciones absurdas. Más sombras. La Voz vuelve a resonar en mi cabeza.
Otro paso.

Luces, campanas.

Cruzo la carretera, sin que los sonidos de los frenazos bruscos y las estruendosas bocinas sean tema de mi incumbencia. Mis Demonios se impacientan y aceleran mis pasos. En pocos minutos, a mí alrededor hay un parque, y las sombras están frente a mí. Me miran y yo las miro, pero no las veo. Veo rabia, veo desidia, que, cogidas de la mano se infiltran en mi médula y me ordenan rotundamente que me libere por fin.

Golpeo.

Una de las tantas sombras que ante mí se alzaba sale disparada unos metros y cae contra el suelo. No oigo sus gritos aunque resuenen molestamente en mis oídos, no me importa su dolor. Vuelvo a golpear y el resto de sombras tratan de abalanzarse sobre mí. No pueden, y me da asco que me toquen. Golpeo de nuevo, sin importar cual de todos estos seres inmundos se lleva el golpe. Es indiferente.

Gritos. Luces. Campanas.

Respiro hondo y huelo a Caos. Me agrada, y me llena de rabia no ser comprendido. Golpeo otra vez. Destrozo rostros que suplican una clemencia que mis oídos no alcanzan, claman palabras que fueron tachadas de mi vocabulario. Siento mi cara cubierta de sangre. Y mis manos,que ya ni manos son. Pronto, las sombras dejan de moverse y se quedan en el suelo, inertes. Pero no importa. El Monstruo se regodea en el altar de la indiferencia.

Sigo caminando, y esta vez, ninguna sombra se acerca. Todas huyen. ¿Por qué? Miedo, otra de las tragedias de la humanidad.

Gritos. Bocinas.

Sigo mi camino, a ciegas, obedeciendo a voces infernales. Destruyendo todo aquello que detesto. Todo aquello que alguna vez hubiera amado. Porque ya no hay vuelta atrás. Doy otro paso y, sin cerrar los ojos creo soñar con quemar el telón de la función de mi vida con un bidón de gasolina entre mis manos.

Luces. Sirenas. Campanas.

Unos focos entorpecen mi camino y una sombras me hablan. No las escucho, hasta que una de ellas, repugnante, pronuncia el nombre que porto.

Yo. I. Je. Ich. Watashi.

Mis manos, manchadas de sangre, rebuscan en la chaqueta y disparan la pistola contra el infame que ha osado a dirigirse a mí. Ahora mis pies ya no caminan. Corren. Tan rápido que si poseyese venas, explotarían. Si tuviese corazón, se desintegraría. Pero nada de eso ocurre. Sigo corriendo, huyendo de las luces, de los gritos, de la vida. Nadie puede dar conmigo. Ahora no. Llego al pulmón de la ciudad, lejos de todo aquello que odio excepto de mí mismo. Sumirme en el vacío es todo lo que quiero. La oscuridad se cierne sobre mí y los árboles apenas dejan filtrar la luz. Continúan mis pasos en busca de la Nada, pero no es ella la causante de que me detenga en seco.

Frente a mí, destacando entre el resto de la vegetación que me rodea, lirios.

Lirios blancos.

De repente, mis obsesiones con el vacío parecen difuminarse y extiendo la mano para tocar la flor. Lirio, dime ahora porqué si soy capaz de destruir todo aquello que toco, no puedo destruirte a ti. Aquí, desde la oscuridad, encerrado en el Templo de los Sincorazón y celoso de cada latido que oigo... Te pido que me contestes.
Recibo respuestas indeseadas. La sombra infame ha seguido mis pasos. No la veo, mas no importa. No quiero volver a verla. Quiero sepultarla bajo ríos de lava. Quiero que vea el Fondo.

Tócalo.
Sumérgete.

Lirios. Lirios blancos. Sigo mirándolos. Sigo esperando mi respuesta.

No hay futuro. Estoy solo.